Entrevista a Guillermo de Moncada

A bordo de una de las naves que nos llevan a conquistar Mayurqa [Mallorca] hallamos al Infante Guillermo de Moncada quien, junto a su hermano, morirá en combate en Santa Ponsa. Obviamente este dato debe de serle escondido ya que, de otra forma, podría alterar los acontecimientos históricos.
 
SR. PERELLÓ: ¿Qué os ha impulsado a embarcaros?
GUILLERMO DE MONCADA: La fe en Nuestro Señor, el deseo de llevar fertilidad a tierras moriscas y el ansia de descuartizar moros y conocer a sus mujeres.
S.P.: ¿Sabéis ya que os matarán nada más desembarcar en la isla?
G.M.: ¿Cómo decís?
S.P.: Ejem… Eh… Mmmmmm… ¡Mirad, un gavilán o paloma!
G.M.: Tenéis nariz de moro. ¿No seréis acaso sarraceno?
S.P.: No, válgame Dios.
G.M.: Y tenéis ojos pequeños de judío. Me vienen ganas de atravesaros con mi espada.
S.P.: Me cohibís, señor de Moncada.
G.M.: ¿Qué es eso que lleváis en la cintura?
S.P.: Una riñonera. Es práctica.
G.M.: Consideradla perdida. Me la quedo.
S.P.: Con mucho gusto.
 
——–
 
La anécdota

 

Durante la travesía de Salou a Mallorca muchos soldados catalanes comentaban que el ambiente a bordo era bueno.

Crònica del Rei Jaume I rumb a la conquesta de Mallorca

Partírem de port ab tropecentes naus e Nos comandàvem la nau principal ont havien colgat lo bell tapís de mestre en Gregori Muñós lo qual representa Nostra Mare de Déu e lo eslògan «Jo condueixo, Ella em guia». E érem a gran distància de Salou que haguérem de recular per lo motiu que Nos mos havíem descuidat lo timonel a port e hagué cruixir de dents e fou gran desgràcia car dúiem la nau sense timonel. E un pic foren resoltes estes pesquises tornàrem a encomanar-mos a Nostra Senyora e posàrem velam cap a Mallorca e érem trobats ont Nostre Senyor va perdre lo calçat que lo timonel caigué de genolls ab llàgrimes a los ulls e digué que era precís de tornar a port puix s’era descuidat lo capell e era lo capell de la sort e Nos diguérem que no ab fermesa però lo timonel era desconsolat e Nos lo vem calmar ab dues ioies a lo cap e fórem acabats ab tanta tonteria e xaladura e galimaties que no feia més que destorbar-mos.

-Lo Rei Jacme. Llibre dels Feyts, Barcelona, Xueta publishers & co., 1289.

Alguna que otra novedad en el frente

12 de julio.

Querida Natalia Nementieva:

El domingo nos envían al frente. Ya era hora de un poco de acción. Aquí nos aburrimos mucho y la mayor parte del tiempo la pasamos durmiendo o arrestados. El sargento es muy estricto. Quiere hombres firmes y valientes. Incluso ha confiscado la máquina de tricotar a Fiodorevich, que se pasó toda la noche llorando con la cara hundida en la almohada. Y yo me pregunto: ¿Es necesaria tanta disciplina? Ayer, por ejemplo, el sargento nos obligó a recorrer 12 kilómetros haciendo el pino. «Hay que estar preparado para cualquier contingencia», nos gritó. Me han quedado las manos llenas de arañazos. No sé si podré volver a tocar el ukelele.

Siempre tuyo,
Iván Ivanisevich.

13 de agosto.

Amado Iván Ivanisevich.

Te echo tanto de menos… Suerte del doctor Nicolai Nicolaievich, que me distrae con sus juegos de manos.

Hasta pronto, querido.
Natalia.

P.D.- Ves al tanto con las faltas de ortografía.

31 de agosto.

Querida Natalia Nementieva:

Ya estamos en territorio enemigo. Tuvimos problemas porque Fiodorevich tenía el pasaporte caducado, pero, finalmente conseguimos pasarle por la aduana camuflado dentro de un termo. En el camión que nos llevó al campamento base, el sargento intentó animarnos contando chistes y simulando estar encerrado en una campana de cristal invisible, pero los muchachos estaban asustados y a nadie le hizo gracia hasta que el sargento nos apuntó con el fusil y nos obligó a reír.

El campamento no está mal. A mí me ha tocado dormir en la litera de abajo y, como tengo claustrofobia, le he pedido al sargento si me podía ubicar en otra. El sargento ha vuelto a sacar el fusil y he comprendido que aún estaba molesto por lo del camión.

Buenas noches, dulce amor.
Iván Ivanisevich.

6 de octubre.

Apreciado Iván Ivanisevich.

Te rogaría que me enviaras el retrato que te di para que llevases en la cartera. El doctor Nicolai Nicolaievich tiene mucho interés en verlo.

Cuídate bastante.
Natalia.

P.D.- El doctor se ha trasladado a tu habitación y te pide permiso para usar tus corbatas.

8 de noviembre.

Querida Natalia Nementieva:

Hoy nos hemos internado por primera vez en la selva. Es fabuloso. ¡Qué fauna más extraña! ¡Y una vegetación…! He visto una planta idéntica a aquella que tiene tu madre en la cocina, pero ésta escondía un nido de escorpiones debajo. Dile a tu madre que vaya con cuidado. Después hemos visto un árbol que Boris Vasilievich ha identificado, erróneamente, como uno de los que usaban en las películas de Tarzán para descuartizar a las víctimas. Yo lo he negado rotundamente y él aún se ha puesto más gallito. Nos hemos enzarzado en una tensa discusión hasta que Sievchenco ha pisado una mina. El sargento nos ha hecho tumbar en el suelo en silencio y el estúpido de Boris Vasilievich me ha tirado una hormiga a la cara. Yo le he puesto una cara que seguro que ha notado que me lo había tomado mal.

El sargento nos ha hecho callar. “¡Silencio! ¡Que nadie mueva ni un músculo! Puede ser una trampa”, ha ordenado en voz baja. Y así hemos estado un buen rato. Cuando empezábamos a sospechar que el sargento se había quedado dormido, nos ha hecho una señal para que nos incorporáramos. Fiodorevich, el muy necio, ha empezado a construirse una cabaña con agujas de pino, pues ha malinterpretado el gesto del sargento.

Lo ha hecho arrestar, pero, como las esposas iban dentro de la mochila que nos requisaron en la frontera, Fiodorevich ha quedado en libertad condicional.

Después hemos ido a rescatar a Sievchenco. Lo hemos hallado muy malherido, semiinconsciente, gritando que él no debería estar aquí sino con la selección argentina de fútbol. A todos nos ha hecho gracia su ocurrencia; por la ironía, ya sabes, porque Sievchenco ha perdido las dos piernas.

Cuando ha oscurecido hemos acampado en medio de la selva. El sargento nos ha dicho que nada de luz y mucho menos hacer fuego, ya que atraeríamos al enemigo. Es comprensible, pues hace algo de frío y todo el mundo busca el calor. De todas formas, Ichtochnikov ha sacado una petaca con absenta y nos hemos calentado un poco. Después de un rato, Fiodorevich se ha subido a un árbol y no quería bajar. «Soy un búho», decía. Por fortuna el sargento tiene buena puntería y lo ha derribado lanzándole el radiotransmisor.

Siempre tuyo, dulce amor.
Iván Ivanisevich.

8 de febrero.

Señor Ivanisevich.

¿Qué probabilidades hay, y os ruego franqueza, de que volváis a casa con vida?

Atentamente,
Natalia Nicolaievich.

P.D.- Si alguna vez pasáis por San Petersburgo no dudéis en visitarnos.

Enjoy ponxo

Novembre del 2.019, era post-nuclear. Mont-roig del Camp.

Un home anomenat Aaron carrega un cos inanimat per la planura deserta. El deixa al terra i el fa desaparèixer amb una mena de ritual. Sobtadament arriba un jove que porta un maletí i que s’identifica com a Tony. En principi sembla ser amistós i, fins i tot convida l’Aaron a fumar, però després l’apunta al cap i dispara.

Crèdits.

Un mes abans. Octubre del 2.019
A bord del transbordador interestelar Rody.
Pes: 121.000 tones.
Velocitat de creuer: 900 quilòmetres/segon.
Airbags de sèrie.
Tancament centralitzat.

La nau navega amb el pilot automàtic, segons una ruta preestablerta a la computadora. Les estances i passadissos semblen deserts. Tot és fosc i buit. De cop, un vell transistor comença a emetre, amb pèssima qualitat d’ona mitja, l’inconfusible sintonia del programa “El larguero”. Uns llums semblen cobrar vida. Ràpidament els ordinadors es posen en marxa i la nau es revigoritza. A la cripta d’hibernació, els set tripulants surten de la seva letargia després de molts mesos de son artificial.

La tripulació de la nau seu al voltant d’una taula.

Dallas…………………………Capità
Kane……………Oficial Executiu
Little………….Tècnic en Fitness
Ash………………Oficial Científic
Lambert…………………Navegant
Parker……………………..Enginyer
DJ Brett….Tècnic Disc Jockey
Jones……………………………….Gat

Kane consulta el contestador automàtic. Tenen vàries dotzenes de missatges, cosa lògica, per altra banda, ja que han estat hivernant durant 3 mesos. La majoria de missatges són missatges avortats i només se sent el soroll del telèfon quan es penja. Els darrers missatges provenen de Cap Canaveral; són confusos. Parlen de l’Apocalipsi: fa pocs dies que l’opinió pública ha rebut amb estupor una notícia feta pública pels científics. La veritable causa del forat de la capa d’ozó no són els clorofluorocarbonats sinó els ritmes caribenys. Massa tard. S’acaba de posar a la venda l’últim CD de Gloria Estefan i més de 800 milions de persones fan sonar la veu de la cantant als seus equips de música. Els efectes són devastadors. La capa d’ozó minva en un 86 per cent en quatre dies. No hi ha solució. Les transmissions es tallen sobtadament el 13 de setembre. Llavors no hi ha més missatges.

La confusió s’apodera de la nau. Què ha passat a la Terra? Per què no contesta ningú? «Pot sentir-me, Major Tom?» … La nau s’acosta a la Terra a tota velocitat, però com que no poden contactar amb Control Terra, no saben com maniobrar. Little suggereix un aterratge manual. Lambert diu que mai ha aterrat manualment, que sempre ho han fet teledirigits des de la Terra. Dallas pren una determinació i consulta el manual d’instruccions. Està en portuguès. Dallas maleeix el dia en que van decidir comprar una astronau portuguesa. Lambert surt al pas i argumenta que els astrovehicles portuguesos potser tenen l’inconvenient que el servei tècnic és força incompetent, però en canvi, la conducció és una delícia i el motor és suau, suau.

Kane observa els comptadors. Les alarmes es disparen. S’acosten a la Terra a la gens menyspreable velocitat de 500 quilòmetres per segon. Dallas ordena a Lambert que s’assegui als comandaments. Parker busca entre les seves coses i treu una espelma amb la imatge de Sant Paco Mir, patró de la navegació aeroespacial. Dallas ordena iniciar la seqüència d’aterratge. Tothom seu a les butaques, s’ajusten els cinturons i creuen els dits. De sobte Lambert anuncia que els retroprojectors pateixen una pèrdua de pressió del 65%. Els discriminadors han embogit i les pantalles tàctils no responen. Parker demana dos voluntaris per anar amb ell a reparar els circuits a la bodega del nivell 23. Little i DJ Brett l’acompanyen. Es posen les escafandres mentre Brett maleeix el viatge: “Es suposava que només havia de viatjar a l’estació espacial a portar uns CDs i fotre el camp. Els de la companyia em van dir que era un viatge rutinari!”, es lamenta. Little es corda la cremallera mentre escolta i afegeix: “Jo he vingut a instal·lar els aparells de musculació de l’estació i ara vull tornar a casa, així que més val que deixis de queixar-te i fotem la feina ben feta.”

Des del primer moment Little es mostra reservat, recte en la seva actitud i amb un sentit de la moral i de la disciplina tan marcats com els seus abdominals, fruit d’anys i anys de dedicació al manteniment corporal i la gimnàstica passiva.

Ash observa una pantalla amb inquietud: “Parker, em reps? On sou?”. Soroll de fregit. “A l’escotilla d’entrada al pavelló 45. Què passa, Ash?”. Ash: “Els sensors detecten moviment a l’àrea a que us dirigiu”. Llarg silenci. Fregit. Sona la veu de Parker: “Quin tipus de moviment?”. Ash: “No ho sé… Moviment”. Parker: “Ash, per l’amor de Déu, si no ets més clar com collons vols que sapiguem de què estàs parlant?”. Dallas es frega la barbeta, immers en foscos pensaments. Sobtadament mira a Ash i li demana que ordeni a Parker, Little i DJ Brett que girin cua i tornin al pont.

Parker i DJ Brett obeeixen. Little decideix continuar a enfrontar-se a sigui el que sigui allò que es mou a la bodega de càrrega. Pren la seva navalla suïssa i estén el kit llençaflames per protegir-se de possibles eventualitats.

Lambert perd els nervis. Si no es fixen els retroprojectors entraran en l’atmosfera terrestre en menys de sis minuts a una velocitat infernal. Dallas sua. Ash sua. Little sua darrera el llum palpitant del llançaflames. Tothom sua. Les alarmes sonen. Els detectors de moviments revelen que Little està a punt d’establir contacte visual amb l’ens que es mou. Els deflectors fallen. Jones miola perquè la seva caixa és plena i no es vol embrutar les potes.

Little tomba una cantonada cridant i a punt de fer foc esperant trobar un alienígena però es troba un tipus amb bigoti. “Qui o què cony ets tu?”, pregunta el jove musculós. “Em dic Aaron Giménez”, contesta espantat el del bigoti, amb els braços en alt.

Sense deixar d’apuntar-lo, Little, amb l’ajut de la navalla suïssa repara en uns segons el sistema retroprojector.

Un cop al pont, Dallas demana que Giménez doni explicacions. Aquí tenim el seu relat.

“Em dic Aaron Giménez. Sóc de Chinamonga, província de Huajaritos, al nord de Mèxic. Vaig travessar la frontera de forma il.legal per arribar als Estats Units. Un cop allà vaig haver de fugir de la policia i vaig pensar que la meva última esperança era arribar a l’estació espacial Juancho, que està sota jurisdicció de set països i d’on no podria ser deportat fàcilment.”

“Sembla que sàpigues molt de lleis, mostatxo”, li diu Little (a partir d’ara sempre li dirà mostatxo, en to súper-despectiu)

“Vaig estudiar dret, polítiques i guitarra clàssica mentre era a la presó… En fi. Vaig burlar els sistemes de seguretat i em vaig colar a les bodegues de la nau. Sabia que s’estava preparant el darrer vol cap a l’estació, per ajustar els últims detalls i donar els tocs finals per tal que tot fos perfectament comfortable per al viatge inaugural del pròxim mes.”

DJ Brett: “Sí. Little i jo érem els encarregats de donar els últims retocs”

Aaron: “Mentre vosaltres hivernàveu vaig passar-me tres mesos amagat, sense moure’m per por a disparar els sensors de moviment. Quan vam arribar a l’estació vaig descobrir amb pànic que se m’havien garrotat les cames de tal manera que no podia moure-les ni un centímetre. Vaig donar-me cops de puny, vaig fer-me fregues esportives, però tot va ser inútil…”

Little, entre dents: “Maleït xicano pringat”

Dallas li llença a Little una mirada de reprovació.

“Quan finalment vaig aconseguir reptar amb dificultats fins la sortida vaig adonar-me que era massa tard. La nau se separava de l’estació: tornàvem a la Terra. M’he passat els darrers tres mesos arraconat al meu amagatall, donant-me cops de cap d’impotència contra la xapa, i avui ja no he pogut més. Necessitava parlar amb algú. M’avorria mortalment. Per això m’he arriscat a sortir del meu forat on he passat mig any.”

La tripulació del Rody es fa mirades furtives de llàstima i comprensió. Lambert no pot reprimir una llàgrima que li roda galta avall. Dallas posa una mà sobre l’espatlla d’Aaron i li promet que faran tot el que puguin per aconseguir-li l’asil polític a Amèrica. Little es nega. Emmanilla Giménez i promet que dispararà qualsevol que intenti defesar un il·legal. “Quan arribem a la Terra”, diu, “aquest home tindrà un judici com cal i serà condemnat per la seva greu falta. No puc prendre’m la justícia per la meva mà (cosa que no nego que m’agradaria) perquè sóc ciutadà americà però mataré qualsevol que provi de passar per sobre la nostra constitució”.

La computadora interromp la tensa situació: “20 segons per entrar a l’atmosfera”. Tothom als seus llocs. Tots es corden els cinturons de seguretat. Fins i tot Jones, el gat va protegit en un petit habitacle. Aaron és el que ho té més cru, perquè està emmanillat i lligat a una barra com les que fan servir els bombers o les show-girls. Lambert estira els comandaments amb força. Les vibracions són molt fortes. Ash fulleja el manual i va buscant a l’índex “Aterratge”. Va llegint: “Moito obrigado por comprar eiste austronave”. La computadora mare parla amb veu femenina i metàl·lica: “30 segons per a la col.lisió”. Les turbulències es fan insuportables. Les alarmes es disparen per dotzenes. Els aspersors de vapor bullint es disparen. La màquina de cafè llença líquid en ebullició. Lambert crida: no pot dominar la nau. Dallas crida demanant calma. Little parla entre dents: “Pares: sento decebre-us d’aquesta manera, sento no correspondre als vostres esforços i il·lusions…”. Parker resa en veu baixa. DJ Brett, amb els auriculars posats i amb evident sang freda i despreocupació va cantant: “Tiene a todo el mundo… en sus manos, tiene a todo el mundo… en sus manos…”. La computadora continua el compte enrere: “15 segons per a l’aterratge fatal”. El manual surt disparat de les mans d’Ash. Lambert trepitja el fre al màxim. Kane vomita sobre un teclat. El soroll i el moviment són totals. El desgraciat Aaron llisca amunt i avall de la barra com en un tio-vivo desbocat. “5 segons, 4, 3…”.

Des de la perspectiva terrestre veiem com la gegantina nau passa fregant el parallamps d’un campanar, com travessa un paller i les gallines surten disparades i com, finalment s’incrusta, destrueix, fulmina, anorrea una botiga de vidres tallats, porcellana i ceràmica provocant un rebombori esgarrifós, una pluja de ciment, pedres i terra i un núvol de pols espectacular.

Després…

El silenci.

La cortina de pols, lentament es va dissipant i ofereix un espectacle desolador. El que havia estat l’orgull de la navegació aeroespacial, la nau insígnia de la flota internacional, el transbordador Rody, ara no és res més que un munt de ferralla recargolada, barrejada amb restes de cases i terra vermella.

D’entre el silenci i la quietud mortal apareixen unes mans esquitxades de sang i unides per unes manilles, que lluiten per desfer-se d’una planxa metàl·lica que les atrapa. Amb prou feines emergeix un supervivent: Aaron Giménez, lligat de mans, amb la roba estripada i el rostre sanguinolent. Amb passes vacil·lants camina per sobre la ferralla donant veus, en busca de supervivents. No obté resposta. Sent un soroll i corre per comprovar qui l’origina. Entre els ferros troba en Jones, el gat, que, en veure’s alliberat, s’allunya cofoi a jugar amb els brins d’herba del camp. Aaron es desespera i s’asseu abatut. Sobtadament sent un moviment sota el seu cos. S’aixeca àgilment i, retirant un panell, descobreix el cos semi-inconscient de Tony Little.

Aaron carrega el cos del tècnic de musculació, allunyant-lo de la nau.

Tony obre els ulls. La tarda esgota els seus últims raigs solars. Es troba sobre un munt de palla, cobert maternalment per una manta a quadres. Observa en la llunyania una silueta ajupida.

Tony s’hi acosta i descobreix que és Aaron, que està donant cristiana sepultura als sis cossos dels infortunats tripulants de la nau. Sis tombes, precàriament excavades i coronades per sis creus de fusta donen fe de la catàstrofe.

“¿Què fas, Mostatxo?”, pregunta Little amb menyspreu.

“Dono pau a aquest herois”, contesta Giménez amb dignitat, fingint que no l’ha espantat sentir la veu de Little sense esperar-s’ho. “Si em pogués treure les manilles acabaria abans”.

Little envermelleix d’ira: “¿Què t’has pensat, xicano? Això no canvia ni un mil·límetre la meva postura respecte a tu.” Little mira les tombes i inquireix: “¿Com sé que no els has liquidat tu?”

Giménez queda petrificat; es gira lentament i clava la mirada als ulls de Little: “M’està ofenent, cavaller. Déu sap que jo només…”

Little no el deixa acabar. Dóna una puntada de peu a Aaron, que cau dins una de les tombes. “No et permeto que usis el nom del Senyor en va”.

La nit és freda. Little dorm al seu llit de palla. Aaron està lligat a un pal de telèfons, al seu costat. Mira el cel, sense poder conciliar la son.

Aaron, emmanillat camina unes passes per davant Little, que l’apunta amb el rifle de la navalla suïssa. Pugen per un camí. Aaron està desconcertat. Mira a banda i banda del camí, buscant indicis de vida. “Això és molt estrany, senyor. Tot és desert. No es veu ni una ànima”. Little respon: “Quan arribem al poble, ens ho explicaran”. “¿On devem ser?”, pregunta Aaron. Tony veu un senyal a peu del camí. S’hi acosta corrent i neteja de pols l’indicador per poder veure què diu. El senyal només posa: “Benvinguts a La Figuera (Priorat)”.

Tony el mira desconcertat. És obvi que no l’entén. Aaron desvetlla el misteri, posant-se al costat de Little: “Benvinguts a La Figuera… Estem a Europa”. Little el mira amb odi: “I una merda! Penses que cauré en aquest parany? Segur que estem a casa teva, Mostatxo. No m’enredaràs”. Aaron cau de genolls, suplicant, davant l’actitud agressiva del seu company de viatge: “Li ho juro, senyor. A la presó m’entretenia amb lectures sobre geografia. Hi ha sis pobles al món que es diuen així, la majoria a Europa i la regió del Priorat, si no m’erro, està prop de Barcelona”. Tony somriu fastiguejat: “Barcelona! ¿Ho veus? Estem a Mèxic, ja t’ho deia jo”. Aaron mira el terra: “No, senyor. Barcelona està a Europa”. Tony el mira amb ràbia i fa grans gambades pel camí, per arribar dalt el pujol des d’on es domina tot el poble. Però quan hi arriba veu que els carrers són buits i no hi ha cap senyal de vida.

Aaron i Tony caminen pels carrers. Tony crida per que algú els rebi. No hi ha ningú. Entren a un bar i Tony despenja el telèfon. S’adona que no té monedes del país. Aaron intervé: “Esperi, senyor. A la meva cartera tinc una moneda espanyola. Me la va regalar el meu avi, abans de morir”. Tony desconfia. Apunta Aaron amb l’arma mentre furga a les seves butxaques. Troba la cartera i, a dins, una moneda de 500 pessetes amb l’efígie de Julio Anguita. Tony llença la cartera al terra, fica la moneda al telèfon i marca un número. Espera una estona i torna a provar un parell de números més, sense obtenir resposta.

Biel Perelló