Un rollazo sobre cohetes

En el National Museum de Edimburgo está expuesto un prototipo de cápsula espacial Gemini. Por mucho que lo mires parece increíble que aquello pudiera ir al espacio y que hubiera alguien tan chalado como para meterse dentro. Por fuera parece un 600 con diseño aerodinámico.

Al proyecto Gemini le siguió el proyecto Apolo, es decir, un nuevo modelo de SEAT.

A simple vista el Saturno V, el cohete de la misión Apolo 11 que puso al primer hombre en la Luna, recuerda a un SEAT 124 gigante con un depósito de combustible de 3,6 millones de litros.

La inmensa mayoría del combustible se usó en el despegue para escapar de la fuerza de gravedad de la Tierra.

La cápsula tenía solo 24 instrumentos de a bordo y unos 500 interruptores. Todos los programas informáticos disponibles en la nave equivaldrían hoy a entre 40 y 72kb de memoria y los circuitos electrónicos fueron cosidos (programados) a mano por costureras, que los tejieron y los unieron al procesador principal.

Aun hoy en día es un prodigio de sofisticación. De hecho no hay ningún coche (ni siquiera un SEAT Toledo) que se acerque a la cantidad de elementos de precisión que componían el Saturno V y la cápsula Eagle.

Más de 400.000 personas intervinieron en el programa espacial, desde los diseñadores de los motores hasta las personas que cosieron los trajes espaciales o la bandera que se plantó en la Luna.

El lugar de alunizaje se programó en base a las imágenes poco detalladas de la superficie. Armstrong tuvo que mirar por las ventanas de la cápsula cuando ya estaban a pocos metros del suelo y corregir manualmente el descenso para evitar rocas y desniveles, ya que el Mar de la Tranquilidad no era tan plano como habían previsto. Ni siquiera sabían cómo era el suelo lunar. No esperaban que fuera un lugar polvoriento.

Pero lo que me parece más asombroso es que todos los programas de navegación, todos los cálculos sobre la órbita o el momento ideal del despegue o la ruta exacta a seguir se hicieron usando la Ley de la Gravedad de Newton, formulada tres siglos antes, en 1666, aproximadamente.

Junto a la cápsula espacial Gemini del National Museum de Edimburgo hay una máquina de vapor de James Watt. La máquina de vapor desbancó al sistema de locomoción más rápido que había habido durante más de veinte siglos: el caballo. Y en poco más de un siglo los cohetes espaciales han dejado en ridículo a la máquina de vapor.

¿Qué nuevo invento habrá hecho dentro de un siglo que los cohetes nos parezcan una tortuga? No seré yo quien lo sepa, pues para entonces espero llevar muerto algunos años.


Biel Perelló es astronauta amateur e ignorante free lance.