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El mundo está hecho de bancos

¿QUIÉNES SOMOS? ¿DE DÓNDE VIENE EL DINERO?

 

Desde el principio de los tiempos los humanos se han preguntado “Qué es el dinero; cómo funciona la economía; por qué hay bancos”.

En la Grecia clásica Demócrito et al. llegaron a la conclusión de que la cantidad de dinero que podía ingresarse en un banco debía tener un límite mínimo. El dinero no puede dividirse infinitamente. Tiene que haber un momento en que la moneda sea una fracción tan minúscula que sea imposible dividirla por dos. A esa unidad mínima de dinero la llamaron céntimo.

Durante más de veinte siglos se dio por buena esa teoría. Sin embargo a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX nuestro concepto de la economía cambió radicalmente. Adam Smith describió un modelo de banco donde el dinero se mueve en órbitas alrededor de las entidades financieras. Según esas teorías las entidades financieras y el dinero se atraen, pero la fuerza centrífuga del capital actúa como contrapeso y mantiene la estabilidad económica.

Seguramente todos recordamos de nuestros libros de texto del colegio esa imagen del dinero orbitando los bancos.

Pues bien. Esa imagen es errónea.

En el siglo XX, un joven y desconocido economista llamado John Maynard Keynes sacudió los cimientos de la economía, primero con su Teoría Especial de la Macroeconomía y, posteriormente, con la Teoría General de la Macroeconomía, donde explicaba cómo los Estados influyen en el comportamiento de la banca curvando el tejido socioeconómico.

Sin embargo esa rompedora teoría conllevó un descubrimiento aún más audaz por parte de los economistas teóricos: los extraños comportamientos de la banca y del dinero observados a escala microscópica.

 

LA MONEDA DE SCHRÖDINGER: LA NATURALEZA IMPREVISIBLE DE LOS BANCOS

 

Todos hemos visto un banco, con su puerta, con sus mostradores, con sus administrativos y sus directores de sucursal. Es un lugar agradable y previsible. Pero todo cambia cuando los observamos realmente de cerca.

Las leyes del sentido común económico parecen desvanecerse: interés compuesto, TAE, cero comisiones, subprimes

Es un mundo que nos parece incomprensible.

Es el mundo de la Teoría del Dinero y de las Fluctuaciones Económicas.

Friedrich Hayek es considerado el padre de esa teoría y, rápidamente fue aceptada por muchos economistas teóricos.

No fue el caso de Keynes. Ante las propuestas aparentemente irracionales de la nueva teoría Keynes objetó: “La banca no juega a los dados”.

Durante el siglo XX ambas teorías han tenido que convivir. Una explica perfectamente el funcionamiento de la economía proteccionista y la otra explica con una precisión asombrosa el funcionamiento de la economía liberal. Pero ambas no parecen llevarse bien y son incompatibles. Cuando intentamos entender la economía proteccionista con el modelo de Keynes las fórmulas fallan y todo deja de tener sentido. Y viceversa.

Para hacernos una idea de lo antiintuitiva que resultan las ideas de Hayek pensemos en un billete de cinco euros. Según la idea preconcebida ese billete tiene que estar en algún sitio: en mi bolsillo, en una caja fuerte, sobre una mesa de un casino…

Pues bien. Resulta que ese billete está en todos esos sitios a la vez. Y no solo eso. Está en todos los sitios que puede estar. Antes de realizar una auditoría es imposible determinar si el billete aparecerá en un banco de las Islas Caimán, en una cuenta de ahorro de un jubilado o en un fondo de inversión de alto riesgo.

Y lo que es más sorprendente: cuanta más precisión logremos descubriendo dónde está ese billete menos certeza tendremos de su procedencia. Este fenómeno se conoce como Principio de Indeterminación de Tobin.

Parece magia pero no lo es. Es pura economía.

En cuando ingresamos un billete de cinco euros en el banco comienzan a darse una serie de eventos que parecen sacados de una novela de ciencia ficción. Ese billete (o más bien su valor) empieza a cambiar de manos a una velocidad de vértigo y cada transacción requiere un intermediario.

Se han descubierto decenas de tipos diferentes de intermediarios: brokers, fondos de inversión, pequeños accionistas, agencias de calificación… Y la economía teórica predice la existencia de muchos más.

Cada intercambio monetario produce beneficios para una o ambas partes de la transacción. ¿Pero cómo es posible eso? Sabemos que el dinero ni se crea ni se destruye así que ¿cómo pueden generarse beneficios indefinidamente sin que nadie pierda dinero?

Hay varias respuestas pero, simplificando, podemos decir que esos beneficios son virtuales. Sin embargo los efectos de esas transacciones son mesurables y totalmente reales. A la larga si alguien se enriquece, alguien, en otro punto del universo, tiene que empobrecerse.

Cada vez que hay una transacción (es decir, cuando el dinero cambia de órbita o, incluso, de Estado), se producen beneficios o pérdidas. También pueden producirse emisiones peligrosas para el bolsillo, como los Bonos Basura, o los activos tóxicos. Emisiones que prometen una altísima rentabilidad pero que pueden destruir nuestra frágil economía doméstica.

 

FUSIÓN DE BANCOS

 

Con la llegada de las teorías de Hayek y de Keynes también se abrió la puerta a un nuevo concepto inimaginable hasta entonces: la fusión de bancos.

Fusionar dos bancos es algo realmente complicado y no está al alcance de cualquier país, a no ser que disponga de una tecnología y unos conocimientos adecuados.

Se requiere un capital descomunal. Los bancos tienen una tendencia natural a repelerse. No pueden ocupar exactamente el mismo nicho económico (debido al famoso Principio de Exclusión de Galbraith) y por eso huyen unos de otros en una competencia desmedida.

Un banco se compone de tres elementos: Accionistas, Junta directiva y Dinero, moviéndose incesantemente a su alrededor. Los accionistas y la Junta directiva forman el núcleo del banco. Pese a representar solamente un 0,1% del personal de la empresa, su peso específico es tremendo, pues obtienen el 99,9% de los beneficios.

Para conseguir la fusión de dos bancos necesitamos introducir accionistas de uno de ellos en el otro. Podemos hacerlos de varias maneras: comprando acciones, con una OPA…

Cuando adquirimos un volumen suficiente de acciones la Junta directiva no tiene más remedio que fusionarse, creando un tremendo beneficio neto. Ese beneficio es tan grande que sería capaz de sostener a una familia de cinco miembros ¡durante el resto de sus vidas!

Sin embargo las fusiones no siempre son estables. Cuanto más grandes sean los bancos, más directivos tendrán que compartir la Junta directiva y, de vez en cuando, alguno de ellos acabará en la calle, en lo que se conoce como decaimiento beta.

Pero no nos preocupemos por él, porque tarde o temprano acabará en la órbita, o mejor dicho, en el núcleo de otro banco.

Las fusiones de Cajas de Ahorros son otro tema mucho más complicado. Y no digamos la fusión de un Banco y una Caja de Ahorros o la nacionalización de una Caja. Es terreno de la economía especulativa.

 

CONCLUSIÓN

 

Los economistas actuales persiguen el sueño de unir las teorías de Hayek y de Keynes en lo que llaman la Teoría Final o Teoría Económica del Todo.

Con la construcción de la Reserva Federal y del FMI en Estados Unidos y, más recientemente, con el Banco Central Europeo se espera que los economistas sean capaces de llevar a cabo experimentos que confirmen o desmonten las miles de hipótesis teóricas sobre la economía que actualmente conviven.

Si todo funciona como está previsto los economistas que trabajan en el Banco Central Europeo esperan conseguir resultados que nos permitan entender cómo se formó la banca y por qué existe el dinero.

Uno de los sueños que los humanos perseguimos desde hace miles de años.

 

Biel Perelló es economista desde ayer por la tarde.