Dodo

Hi ha una llegenda que diu que els ocells dodo de l’illa Maurici, quan sentien un tret d’escopeta, com que no havien tingut mai contacte amb humans, s’hi acostaven encuriosits. Per això eren extremadament fàcils de caçar: més trets, més dodos morts. Però, sobretot, els humans també hi van introduir fauna invasora i van destruir gran part dels boscos on vivien, i els pobres dodos es van extingir estrepitosament.

Això és tot el que he de dir sobre el federalisme.

9N: El órdago nacionalista catalán

Publicado originalmente en El Mundo Today.

[DICTAMEN DE LA DELEGACIÓN PROVINCIAL: SE AUTORIZA PUBLICACIÓN]

Confusión, miedo, melancolía. Es 9 de noviembre y los catalanes votan cosas de catalanes. Contra mi voluntad me desplazo hasta [LA BELLA REGIÓN ESPAÑOLA] para explicar qué ha sucedido para que los [ESPAÑOLES DE CATALUÑA] lleven a cabo tal desfachatez. Sé que es tarea estéril, pues al resto de españoles nos interesa un pimiento lo que pasa en [ESTA COMUNIDAD AUTÓNOMA PATRIMONIO DE TODOS LOS ESPAÑOLES].

He pasado los últimos días informándome a través de la televisión, de la prensa y de Menéame sobre los catalanes y sus cosas. Llego a Barcelona aterrorizado y disfrazado de mahometano para pasar desapercibido en este califato de facto dominado por el wahabista Arthur Mas y el sunnita Oriolle Junqueras.

Me sorprende ver algunos carteles en español, aunque sea un idioma prohibido desde 1714. Todo lo que he aprendido sobre [ESTA PARTE DE ESPAÑA] se queda corto comparado con lo que veo. [LA CIUDAD CONDAL POR DONDE PASA EL QUIJOTE] tiene un aspecto aterradoramente normal. Es cierto lo que me habían dicho: estas gentes son maestros del engaño y de la manipulación.

Muchos edificios lucen banderas [INCONSTITUCIONALES TRAS LAS QUE SE ESCONDEN FRANCOTIRADORES] y la gente por la calle parece casi normal, lo cual es [HIPÓCRITA Y ESPANTOSO].

Las cosas de catalanes no interesan nunca, pero, por lo que he leído, a veces hay políticos y personas que hacen el esfuerzo de intentar recordarles que son parte de [LA NACIÓN MÁS ANTIGUA DEL MUNDO] y se lo hacen saber como lo haríamos con cualquier amigo de chanzas: con insultos cómplices, con divertidas comparaciones con la Alemania [TACHADO] y con bromas sobre el [DIALECTO VALENCIANO] que haríamos a cualquier persona de confianza durante una comida de Navidad.

Sin embargo, ellos carecen de sentido del humor (aunque es cierto que han tenido presidentes de la Generalidad muy graciosos) y ¿qué recibimos a cambio el resto de españoles? Antiespañolismo y a Manel Fuentes.

Ante tal provocación, y como viene denunciando la prensa, el Gobierno, en vez de bombardearlos como haría cualquier presidente democrático, se baja los [2 LÍNEAS TACHADAS] amigos de ETA.

Faltaríamos a la verdad si no señaláramos las peculiaridades de Cataluña [36 LÍNEAS TACHADAS] es [34 LÍNEAS TACHADAS] España.

No hace falta repetir lo que hemos leído tantas veces: el órdago nacionalista impulsado por la burguesía [Y UNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE ADOCTRINAN EN EL ODIO] nos trae a la memoria el recuerdo de Adolf[O SUÁREZ].

Los secesionistas han retorcido el lenguaje de tal manera que pretenden hacer pasar por democracia el deseo de votar cosas. Pese a las prohibiciones y a las amenazas por su propio bien, un presidente autonómico enloquecido ha coaccionado a casi [CIEN] personas para que hagan cola bajo la lluvia para depositar un [MENSAJE DE ODIO] en urnas. No debemos obviar el detalle de que las urnas son de cartón. Como han señalado muchos tertulianos es una manipulación torticera para hacer creer al resto de los españoles que no pueden costearse urnas de buena calidad, [UN MISERABLE VICTIMISMO,] una insinuación nada sutil de que viven en la miseria mientras en Extremadura o en Murcia todo el mundo tiene en casa urnas de oro macizo.

Al ver la cola de gente que espera para votar [, MUCHOS DE ELLOS MORIBUNDOS DROGADOS O FIGURAS DE CARTÓN,] me estremezco. Es una imagen idéntica a la que he visto en muchos reportajes sobre [ESTA PARTE DE ESPAÑA]: en la Alemania [DE MERKEL], desdichados que eran bajados del tren y conducidos como ovejas a [PORT AVENTURA].

Intento hablar con una de las personas que hacen cola. Lleva una bandera cuatribarrada [DEL BETIS]. Le pregunto por qué [TANTA MALDAD]. Me contesta [“VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO”] y vuelve a la cola [MIENTRAS ES DEVORADO POR RADICALES].

Es hora de comer. Esquivo a varios [CIUDADANOS CUYA ECONOMÍA ESTÁ MEJORANDO A PASOS AGIGANTADOS] que piden caridad y entro en un bar [DONDE, SIN MEDIAR PROVOCACIÓN POR MI PARTE] soy atendido en [VALENCIANO]. Le digo que [ESTAMOS EN ESPAÑA] y que, por favor, si puede [RESPETAR LOS DERECHOS HUMANOS BÁSICOS Y CORRO A DENUNCIARLO A LA FISCALÍA] y, como muestra de buena voluntad, pido un “pangtumacka con frontmantje”.

[37 PÁRRAFOS TACHADOS]

En la calle, el ambiente es bastante [IRRESPIRABLE] y, poco a poco, me voy relajando. Paseo por la [AVENIDA DEL GENERALÍSIMO] mientras una agradable [BANDA DE RADICALES FILOETARRAS] golpea suavemente mi rostro y anochece [Y SE ROMPE ESPAÑA]. [39 LÍNEAS TACHADAS] siento [3 PALABRAS TACHADAS] miedo y [ME FUSILAN Y MUERO POR ESPAÑA].

¿Puede romperse España? Una breve reflexión sobre la política española y el órdago secesionista

La indisoluble unidad de la Nación española es algo que ha estado fuera de duda entre los constitucionalistas durante siglos.

Sin embargo, en 1939, cuatro miembros del Tribunal Constitucional, Otto Hahn, Fritz Strassmann, Lise Meitner y Otto Robert Frisch, demostraron que España sí se podía romper al bombardear el núcleo con neutrones.

Aquel descubrimiento les inquietó tanto que preguntaron a Niels Bohr, el Fiscal General del Estado, si debían publicar los resultados en el BOE. Bohr —firme defensor del Estado de Derecho— dijo que sí, que como demócratas tenían la obligación de publicarlo, pese a los usos partidistas que podían darse al descubrimiento.

En cuanto se hizo público, el debate parlamentario se encendió. Tanto el PP como el PSOE se negaron a discutir tan siquiera la idea de bombardear el núcleo de la Nación española con unos pocos neutrones. Es más: muchos pusieron en duda el descubrimiento de Hahn, Strassmann, Meitner y Frisch, y estos dos últimos fueron apartados del Constitucional, acusados de prevaricación, y tuvieron que huir a Holanda.

Las encuestas del CIS dejaban claro que la ciudadanía era reacia a experimentos con neutrones. El 67% de los españoles pensaba que debían prohibirse y —esto es lo más sorprendente— ocho de cada diez no creían en la existencia de los neutrones.

En 1942, Enrico Fermi, diputado del PNV, presentó en el Senado el primer reactor nuclear artificial capaz de dividir España. La Cámara alta votó en contra y el reactor fue confiscado y desactivado. Pero ya no había vuelta atrás.

El panorama político se sacudía, y los dos grandes partidos seguían negando la evidencia. El nivel de popularidad del presidente del gobierno, Ernest Rutherford, caía en picado.

Aquello propició la irrupción meteórica de Podemos, una formación asamblearia, liderada por el joven físico Leó Szilárd, que, con un discurso que algunos calificaron de “populista” o “alarmista”, proponía bombardear el núcleo atómico de la Nación para regenerar España de abajo a arriba y acabar con la amenaza de La Casta.

Varios Intelectuales —entre ellos Albert Einstein— se adhirieron al manifiesto de Podemos, en el que se reclamaba devolver la soberanía atómica a la ciudadanía mediante la Democracia Real para acabar con el peligro de que La Casta se adelantara en la carrera nuclear política y aplastara al pueblo con su bota autoritaria.

Mientras tanto, en Cataluña, el presidente de la Generalitat, J. Robert Oppenheimer, capitaneaba el Proyecto Manhattan: el órdago independentista que tenía como propósito construir un mecanismo de fisión en cadena del núcleo de España. En poco menos de tres años se consiguió algo que parecía ciencia ficción: romper el núcleo de la Nación española gracias a una masa crítica de uranio y catalanes. Sobre el papel, la teoría parecía funcionar. No hubo demasiados conflictos morales o éticos.

Según la opinión general, tanto para españoles como para catalanes, el Proyecto Manhattan era una cuestión de supervivencia. Los más alarmistas creían que la reacción en cadena producida al romperse la unidad Nacional podía descontrolarse y provocar la destrucción de la atmósfera y que los catalanes murieran en la pobreza.

Entre los partidarios más entusiastas del uso unilateral de la división de España estaba el líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Edward Teller, que ansiaba ocupar el Palau de la Generalitat y empezar a trabajar en la fusión atómica, quizá de cara a unos hipotéticos Países Catalanes, que incluyeran a todos los territorios de catalanoparlantes.

También hubo defensores de una tercera vía: no hacía falta dividir el átomo de forma unilateral e irreversible; bastaría con convocar al presidente del gobierno español a una demostración de la tremenda energía liberada tras la secesión y sentarse a negociar un nuevo marco de física teórica que reconociera la Supersimetría, las P-branas, las cuerdas y 11 dimensiones.

Pero la decisión era irreversible.

El 9 de noviembre de 2014, en el desierto catalán de Alamogordo, Oppenheimer, multitud de asociaciones, voluntarios y 2 millones de ciudadanos iban a probar, por primera vez en la Historia de la humanidad, una fisión en cadena del núcleo de la indisoluble unidad de la Nación española —el test Trinity— para calcular la energía en kilotones liberada por aquello en lo que habían estado trabajando implacablemente desde hacía más de tres años.

El futuro de la indisoluble unidad de la Nación española estaba en juego.

Cuando se produjo la detonación, se cuenta que a Oppenheimer le vinieron a la mente los versos del Canigó de Jacint Verdaguer:

“Ara he esdevingut la Mort,
destructora d’Espanya.”

Biel Perelló